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Amor audiovisual

¿No os pasa que en todo lo que veis últimamente (y por últimamente me refiero a al menos 50 años de cine y series) parece que tiene que entrar una relación romántica entre dos o tres personajes? A mí me pasa. Y entiendo que haya una parte de la audiencia a la que le interese esa parte mucho más que a mí, pero ¿en absolutamente todo?

Hay historias fuera del género puramente romántico en las que una relación romántica entre dos, un triángulo amoroso o una cosa por el estilo dan mucho juego y contribuyen a formar una buena historia, y luego están la mayoría de historias en las que la subtrama romántica no lleva a absolutamente nada y no es más que una pérdida de tiempo. Y en ocasione además perjudica a la trama en general, porque los personajes empiezan a hacer cosas que no son consecuentes entre sí. Quien quiera que haya decidido que en una película de dos horas o incluso en una serie de diez horas se puede sacar tiempo para trabajar una relación entre dos personajes hasta que sea creíble, orgánica y no parezca que está pegada con cola solo porque hacía falta una relación romántica para poder arañar un poco más de audiencia se equivoca completamente. Y así estamos, que nos encontramos relaciones que pasan de gente que se odia a gente que se quiere con la fuerza de mil soles después de una pequeña escena en que él la recoge a ella después de caer por un agujero o alguna estupidez parecida. Sin apenas desarrollo, sin apenas tiempo en pantalla y me tengo que creer que se quieren lo suficiente como para sacrificarse uno por el otro.

El inicio lógico de una bonita relación

Me pasó el otro día viendo La Búsqueda (National Treasure en su idioma original), que es una película de aventuras y enigmas para adolescentes en el que el personaje de Diane Krueger se enamora del personaje de Nicolas Cage a base de que este último no le haga caso en absolutamente nada, haga que la secuestren y amenacen de muerte y ponga en riesgo su trabajo. Lógico y razonable. Excepto que es la cosa más forzada del universo. Y es un patrón que se repite en todas las películas de acción, de misterio y en otros géneros. Uno de los ejemplos más absurdamente evidentes es el de James Bond, al que le ocurre con múltiples mujeres a lo largo de su carrera. Aunque en el caso de Bond en muchas ocasiones es solo sexo, sin nada de amor de por medio (al menos desde el lado de Bond). Y es que esa es otra, hay veces que para evitar caer en el cliché de relación romántica sin venir a cuento se intenta sustituir por relación sexual sin venir a cuento y se obtienen resultados parecidos. Ni lo borrachos de discoteca a las cuatro de la mañana viven historias de sexo tan disparatadas y poco creíbles como algunas que salen en televisión o películas. Que parece que la gente no abandona nunca la adolescencia en esas películas.

Ah, el amor

Y la pregunta es, ¿de verdad hace falta una trama romántica/sexual en absolutamente todas las películas? ¿Tanto contribuye a aumentar la audiencia meterla? Porque en muchos casos contribuye en general a conseguir un producto audiovisual de bastante menor calidad, porque ni se dedica el tiempo suficiente para que la relación tenga algún sentido ni se invierte ese tiempo en otra parte que podría darle más chicha a todo el asunto. Y es que claro, cuesta mucho hacer algo parecido a una relación realista en la pantalla, que es algo que a los libros les ocurre menos porque tienen más tiempo para explayarse, aunque a veces ocurra también. Y de ahí surge ese hijo bastardo de las relaciones interpersonales que es el amor romántico del cine. La relación que en un mes empieza, se rompe dos veces y se recupera con un gesto heroico y que lleva a una boda y a la felicidad eterna. El mundo real es mucho más complicado que eso y el amor romántico no sirve más que para dar mal ejemplo, porque representar una relación más realista, con sus altos y bajos, sus incompatibilidades y soluciones intermedias es muy, muy difícil. Incluso cuando se intenta hacer (normalmente para conseguir un cambio rápido en un personaje generalmente masculino) lo que se acaba consiguiendo es todo lo contrario: representar lo malo sin nada de lo bueno, de forma que parece que el personaje está atrapado en una vida insulsa y sin nada que merezca ser vivido en la que el espectador no entiende como pudo meterse.

Orgánico y bien llevado, ¿verdad?

Así que desde aquí digo: basta de tramas románticas sin venir a cuento. Si quieres adaptar una historia con una trama romántica y no tienes tiempo, ingéniatelas como puedas, pero no hagas que dos personajes que apenas se conocen y se odian acaben enamorados de repente porque han caído en una cueva o una tontería similar porque eso no se lo cree ni el papa. Si quieres meter una trama romántica decente vas a tener que dejar fuera otras cosas, porque eso requiere tiempo y si no estás dispuesto a invertir ese tiempo siempre te queda la opción de dejarlo todo de fondo y que no sea relevante para la historia. Un poco de respeto por el tiempo del que lo ve y por el trabajo del que tiene que hacer lo que escribes, que no es tan difícil.

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