Ir al contenido principal

Votar o no votar: ¿A quién debemos regalar nuestro voto?

¡Elecciones, elecciones! Estamos a menos de un mes de las primeras y por si eso no resultase suficientemente saturador con la precampaña, la campaña, los medios de comunicación con ello todo el día, Cataluña, Venezuela, ignorar lo que hace falta ignorar y todo eso, en Mayo tenemos una triple ración de elecciones (autonómicas, municipales y europeas). Nos esperan dos meses como para irse a vivir a una isla desierta para no votar a nadie. 
Resultado de imagen de propaganda anarquista contra el voto
Imagen sacada de El Sol Ácrata
Pero vamos a lo que nos ocupa: la abstención, o mejor dicho, la abstención voluntaria. Yo soy una persona interesada en la política que ha votado siempre que ha tenido ocasión, llegando al punto de solicitar el voto por correo en las últimas generales por no poder votar físicamente el día de las elecciones. No recuerdo exactamente en cuantas elecciones he tenido derecho a voto, al menos en una europeas (en las que voté a Podemos, todos nos equivocamos cuando somos jóvenes), unas generales (las del voto por correo, que voté en blanco) y unas autonómicas y municipales (que también voté en blanco). En su momento creía que el voto en blanco era la herramienta para aquellos que no estábamos convencidos por ningún partido pero que queríamos ejercer nuestros derechos, derechos que hemos tenido toda la vida pero que nuestros padres y abuelos perdieron durante cuarenta años. Yo era de los que creía que si no votabas (aunque fuera en blanco) no te podías quejar, porque no habías cumplido tu parte del deber, votar.

Ahora estoy mucho más pasado de vuelta, he leído mucho más y me he formado una opinión bien distinta. En primer lugar lo de que si no votas no te puedes quejar es una estupidez. Independientemente de que diese yo mi consentimiento o no para que se llevaran a cabo diferentes medidas, si esas medidas me afectan negativamente a mí tengo todo el derecho del mundo a quejarme, porque para eso soy un ser humano que forma parte de la sociedad y que tiene el suficiente amor propio para no dejarse pisotear. Si no me quejara sería un siervo. Además, bien pensado sería más lógico decir que son aquellos que votan los que no pueden quejarse, porque con su voto han aceptado implícitamente las reglas del juego, ganen o pierdan con ellas (que quede claro que pienso que independientemente de votar o no todos tenemos el derecho y casi el deber moral de quejarnos).

Vamos con la parte difícil ahora: ¿cómo justificar el no votar? Lo primero es romper la falsa ilusión de que tu voto vale mucho. Yo vivo en una de las provincias que menos votos requieren para conseguir un escaño al congreso, unos 25.000. Hay otras provincias, como Madrid, que requieren más de 90.000 (datos de Europapress). Eso implica que en el mejor de los casos mi impacto en unas elecciones es de 0,004% y recuerdo que mi caso es de los que más impacto tiene. Esa cifra es una miseria, una quimera que sirve para engañar a la mayoría haciéndoles creer que su voto vale para algo. Es mentira. Lo que puede influir en unas elecciones de verdad es la capacidad de llegar a cientos de miles de personas, poder que ni tengo ni quiero. Un voto individual no vale nada, es más, tiene impacto hablar de vez en cuando de política con los amigos y convencer a dos de que voten a tu partido que tu propio voto. Con los datos matemáticos en la mano casi está justificado el no votar, pero somos personas y eso significa que solo lo racional no vale, hay que argumentar por lo emocional también. Mi argumento emocional es el siguiente: ¿Por qué voy a ceder la minúscula parcela de poder de decisión que me regala la sociedad a quien no está siquiera obligado a cumplir lo prometido, arriesgándome a que me engañen? Lo cierto es que no tenemos ningún mecanismo real para asegurarnos de que se cumplen los programas electorales más allá que una pseudoley del mercado entre elección y elección. Lo peor que le puede pasar a un partido que incumple su programa es perder la siguientes elecciones o como mucho una moción de censura y la historia nos demuestra que el impacto de incumplir tu programa es mínimo en relación a la opinión pública, importa mucho más la imagen que des que lo que hagas. El castigo electoral es mínimo, por eso hemos estado en un sistema bipartidista tanto tiempo y por eso los “nuevos partidos” sirven como mucho de bisagra. Las votaciones críticas no existen en un sistema tan grande donde cada individuo tiene tan poco poder.

Ahora la cuestión peliaguda: VOX. Siendo de izquierdas (si es que eso significa algo) ¿tengo miedo a VOX? Sí, para que negarlo, aunque no tengo miedo por las estupideces de la fachada, lo de la banderita, el aborto y demás, esas son luchas muy asentadas que se encontrarán con una oposición en la calle que no creo que sean capaces de vencer, sobretodo porque es muy improbable que gobiernen en solitario y puedan hacer todas las gilipolleces que dicen que van a hacer. El problema es la agenda liberal que traen encima, con precariedad, privatizaciones y todo para los ricos, cosa que, siendo pobre, molesta. VOX puede hacer de bisagra para un gobierno del trifachito (como le llaman) implante las medidas ultraliberales con las que PP y Cs sueñan pero cargándole el muerto a VOX y Abascal es tan cerrado de miras y tan pagado de sí mismo que aceptará la responsabilidad, volviendo a la opinión pública en su contra y probablemente hundiéndole, porque al ser un partido relativamente nuevo no tiene esa base dura de militantes y votantes. Entonces ¿por qué no votar para pararles? Por dos motivos, por lo ya expuesto y más a nivel personal porque la izquierda se está adueñando en estas elecciones de la estrategia de “O nosotros o el caos”, que tradicionalmente usaba la derecha y que siempre se ha criticado desde el PSOE-Podemos- Confluencias-etc. y un servidor no puede tragar tanta hipocresía por mucho que lo intenten endulzar con regeneración democrática, inclusión y otros cuantos términos que realmente no significan nada.

Resultado de imagen de o nosotros o el caos

No votes, afíliate a un sindicato, esparce propaganda por redes sociales y en persona, hazte de alguna asociación vecinal y echa a fascistas y racistas de tu barrio y así por lo menos parecerá que estás haciendo algo políticamente hablando.


Disclaimer: No sé qué ritmo de publicación tendrá este blog, no sé siquiera si publicaré más entradas ni de qué temática tratarán, pero si quieres leerme hablando de este tipo de cosas y diciendo muchas tonterías, mi twitter es @ipazio_blog

Comentarios

Entradas populares de este blog

Delibes y reirse de la muerte

Ayer fui al teatro a ver Señora de rojo sobre fondo gris . Puede sonar como una obra indie o alternativa, pero es una adaptación de la novela de Miguel Delibes del mismo nombre. Y aunque las comparaciones sean odiosas, creo que en este caso compararla con Cinco horas con Mario , que casualmente es la última obra que he visto antes que esta es ser bastante justos. Comencemos por el principio. Tanto Señora de rojo sobre fondo gris como Cinco horas con Mario están producidas por la misma compañía, Sabre Producciones y en la adaptación de su guión ha participado José Sámano, siendo también director de la primera. Además, las dos obras tienen un perfil muy similar, ya que ambas son monólogos de personajes que han perdido a su cónyuge recientemente, interpretado el protagonista y único personaje en el caso de Señora de rojo por José Sacristán y por Lola Herrera en el caso de Cinco horas . Ambos, actriz y actor, hacen un papel magnífico, siendo además los personajes del mismo escritor

Piedras a la policía (el Orgullo vendido al capitalismo I)

El año pasado se cumplieron 50 años de Mayo del 68, el último gran movimiento social occidental (al menos del S. XX). Un año y un mes después se cumplen 50 años de otro movimiento social que sirvió para que muchos y muchas pudieran ser ellos mismos. Este año se cumplen 50 años de Stonewall. No te sorprendas si no te suena porque aquí en España al menos era algo relativamente poco conocido entre los ajenos a la comunidad LGTB, pero Stonewall fue el principio de todo. No tengo intención de sentar cátedra sobre lo que ocurrió allí, sus repercusiones o lo que llevó a ello, basta decir que fue la primera vez que las identidades LGTB se alzaron orgullosas de sí mismas para reclamar un puesto en la sociedad. Fue el origen del Orgullo. El Orgullo, esa fiesta criticada desde los sectores conservadores de la sociedad, que Vox ha querido sacar del centro de Madrid , que para los que nunca han estado y son fácilmente alarmables es básicamente una gigantesca orgía y que ha servido como pla