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La (gran mentira) de la democracia plena española

Parece que con el huracán de medios que se ha levantado con lo de la moción de censura en Murcia y sus réplicas en Madrid y CyL y las elecciones de la CAM y los diversos desbarajustes posteriores nos hemos olvidado de la polémica de rabiosa actualidad de hace un mes, cuando el entonces vicepresidente del gobierno declaró que España no es realmente una democracia plena. Esto molestó a muchos de los que se empeñan en demostrar día a día que es cierto, y alegró a muchos de los que aun pudiendo no están intentando hacer nada para cambiar eso. Mucho ruido y pocas nueces, que parece ser el lema no oficial de este nuestro “gobierno más progresista del mundo”.


Pero que España no es una democracia plena es más que evidente para los que no necesitan usar eso como herramienta propagandística. El tribunal de Estrasburgo ha condenado hasta en siete ocasiones en los últimos años al estado por no investigar las torturas en cuarteles de la Guardia Civil. Guardia Civil que no ha tenido que pagar en ninguno de sus miembros la salvajada de los asesinatos a inmigrantes en el Tarajal. Inmigrantes que en las Canarias se quejan de las condiciones infrahumanas en las que el gobierno regional les mantiene, en algo que recuerda demasiado a los ICE estadounidenses. Inmigrantes que son sistemáticamente atacados por partidos que están en el congreso bajo el apelativo de MENAs. Partidos en el congreso que recuerdan a un condenado por terrorismo de estado como un héroe. Los mismos partidos junto a los que gobiernan los que quitan placas conmemorativas de los represaliados en la Guerra Civil. Partidos financiados con un entramado de dinero negro enorme que lleva años investigándose. Dinero negro que el jefe de estado estuvo ocultando durante décadas. Jefe de estado a los que partidos “republicanos” se niegan a permitir investigar. Partidos “republicanos” que incumplen pactos de gobierno sin que la otra parte haga nada por evitarlo. Es una gigantesca rueda de mierda y corrupción, de salvajadas y espejos para intentar ocultarlo. Una democracia plena mis cojones.

España se resquebraja igual que el resto del mundo, aunque puede que más rápido. Los parches que se pusieron en esa tan cacareada y defendida constitución están reventando por las costuras. Cada vez más conflicto, cada año a peor y sin ningún interés ni opción real de arreglarlo. Atado y bien atado lo dejó todo el amigo y ahora la piedra está rodando demasiado rápido para poder pararla sin causar una catástrofe, así que nadie se atreve siquiera a empezar a frenarla. Y entre medias los que no tienen ningún poder pero sienten como les hierve la sangre al ver todo esto son los que ponen el pecho y los que se llevan las hostias. Han metido a Pablo Hasel en la cárcel por cantar cosas que de hecho se están demostrando ciertas. Hay muchos detenidos por las protestas posteriores. La pandemia ha paralizado muchas protestas, pero llevamos unos años en los que cada mes prácticamente había una parte del país ardiendo. Cada vez son más y más comunes las imágenes de antidisturbios dando hostias en los informativos y cada vez con más y más brutalidad mientras les blanquean. En nombre de la sacrosanta unidad de España y de la sagrada propiedad privada se comenten auténticas barbaridades que se cuentan como algo inevitable. Un estado que tiene que dar palos a sus ciudadanos un día sí y otro día también no es una democracia plena, pero esa es la solución institucional que recibe quien se queja. En medio de una crisis económica brutal causada por la pandemia y con el problema de la vivienda como algo realmente grave el “gobierno más progresista de la historia” ha decidido que no va a controlar los precios de los alquileres porque, según el propio ministro, la vivienda es un derecho social pero también un bien de mercado. En estas circunstancias es normal que aparezcan propuestas populares que intenten luchar contra estas barbaridades, como la PAH, los antidesahucios o el Sindicato de Inquilina de Gran Canaria, quienes además de hacer un trabajo brutal que se puede ver entre otros sitios en el documental Precaristas, están sufriendo en sus carnes la represión de un estado y un modelo que para mantenerse en pie tiene que acallar a los muchos que señalan sus obvias flaquezas con un altavoz medianamente potente. Es el caso de Ruyman Rodríguez, a quien se le acusa de un delito de atentando contra la autoridad por “dar una patada en la ingle” a un guardia civil, guardia civil que como denuncia el propio Ruyman se estaba dedicando a agredirle y torturarle hasta el punto de hacerle escupir sangre.

Apoyo a Ruyman, a la FAGC y al SIndicato de Inquilinas

La idea de una España democrática e inclusiva es una grandísima mentira que se intenta perpetuar para evitar que todo salte por los aires pero cada vez se muestra más debajo de todas las noticias, todas las justificaciones, todas las ruedas de prensa y todos los debates políticos sin sentido. Cada nuevo mes nos trae una nueva noticia que desmiente un poco más esa idea y también nos trae otro nuevo escándalo absurdo con el que intentar desviar la atención. El hecho es que los que tienen las herramientas y manejan el poder no dan ninguna muestra de intentar arreglar realmente nada, por lo que solo queda la opción de que sean los afectados los que lo arreglen. Los afectados y los que tienen cerca, me refiero. Porque el que algo no te afecte directamente no significa que no pueda afectarte en el futuro o afectar a alguno de los que te importan. Hay que empezar a pensar hacia donde queremos dirigir nuestros esfuerzos y darnos cuenta de cuando algo nos beneficia y de cuando solo nos quieren hacer creer que lo hace. Hay muchos que ya lo están haciendo. Hay muchos que llevan mucho tiempo luchando contra todas las barbaridades que vemos edulcoradas en los medios y que necesitan todo el apoyo que se pueda conseguir. El que no se mueve no puede sentir las cadenas, como decía aquel. Va siendo hora de empezar a moverse y ver hasta dónde podemos forzar las cadenas y después encontrar como, entre todos, podemos romperlas y empezar a ser libres de una vez.

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