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Elon Musk, criptomonedas y hacer caso a un gilipollas

A estas alturas es difícil no saber quién es Elon Musk. Muchimillonario, el hombre más rico del mundo desde hace un par de meses, estrella de internet a base de decir gilipolleces, para algunos inventor genial, el salvador del planeta y la reencarnación de Jesucristo y para otros un pedazo de gilipollas que a base de aprovecharse de las circunstancias de su vida y de un sistema asqueroso que le beneficia enormemente se dedica a hacerse más rico y famoso todavía a base de vender humo. A poco que me hayas leído o seas medianamente listo no es difícil saber a cuál de los grupos pertenezco yo. Pero no hay que olvidar en ningún momento que Musk no es la enfermedad, es solo un síntoma. Si él no hubiera salido con sus gilipolleces de coches electrónicas hubiera sido otro. Como lo ha sido Gates durante un tiempo. O Jobs. Los mesías de un futuro hipertecnológico en el que las empresas sustituirían a los gobiernos y nos guiarían hacia la salvación. Literalmente cyberpunk. Pero se me va de las manos el meterme con la gente. Volvamos a Musk.

Elon Musk fumando un porro

Musk es un vendehúmos. Uno muy bueno, sí, pero un vendehúmos. Uno que por un lado te vende que va a salvar el planeta mientras que gasta millones en desarrollar viajes espaciales comerciales. Cuesta imaginar una gilipollez más innecesaria y más contaminante. El hombre que vende que empezó con nada en un garaje y cuya familia tuvo minas de esmeraldas en la Sudáfrica del apartheid. El idiota que se dedicó a dar por saco en redes sociales con el nombre de su hijo y que luego reconocía al preguntarle por él que parecía una contraseña. Humo, es puro humo. Musk vive por y de su imagen pública. Su imagen de excéntrico genio. Y necesita esa imagen porque sus recursos económicos e inversiones son en realidad una gran estafa. Sus dos proyectos principales, Tesla y SpaceX, son contradictorios entre sí mismos como ya he dicho arriba, pero es que además por sí mismos no son más que unos coches cuya principal característica es ser eléctricos y que cuestan muchísimo dinero y una empresa que requiere inversiones multimillonarias de la NASA para poder dedicarse a explotar cohetes sin perder todo su valor. Nada que vaya a ser útil a corto o medio plazo para solucionar ninguno de los problemas que tenemos. Ni los coches caros ni el turismo espacial ayudan a salvar el planeta, a los pobres o al sistema económico en colapso que llamamos capitalismo.

Cohete de SpaceX explotando

Pero dejando de lado al Musk empresario, el Musk personaje es más interesante. Como absoluto producto del capitalismo está diseñado para conseguir y mantener apoyo “popular” y por tanto fondos para sus empresas. Y siendo un personaje con un mensaje cuestionable y pocas capacidades reales de explicar cosas ha acabado utilizando principalmente las redes sociales. Lo que Trump o Abascal hacen desde la política él lo hace desde la empresa. Pero cuando te dedicas a buscar y aglutinar la parte del internet que contiene a los clásicos nerds de la tecnología (que tienden a tener dinero) y los entrepeneurs de mentalidad de tiburón con poco dinero y menos escrúpulos, pues llegas a un pozo infecto de puñaladas por la espalda y sueños rotos. Solo hace falta echar un ojo a las respuestas a cualquiera de los tuits de este personaje para ver la parte más oscura del internet que está en la luz. La mitad de las respuestas son de personas que tienen a Musk como una especie de dios-emperador de la humanidad y la otra mitad son bots que se dedican a spamear mensajes sobre criptomonedas y cosas del estilo. Porque los entrepeneurs sin dinero han encontrado una mina en las criptomonedas. Y Musk lo ha visto y ha saltado al carro intentando atraer a más incautos. Musk no lo hace porque necesite dinero (es literalmente el hombre más rico del mundo), sino porque las criptomonedas son el cóctel perfecto entre los dos mundos que él representa: la tecnología y el emprendimiento.

Qué diría J.P. Morgan del las criptomonedas...

Y es que es el desenlace lógico de este absurdo avance tecnológico que el capitalismo ha convertido en su bandera. Las criptomonedas, de las cuáles el bitcoin será probablemente la más famosa, son una representación casi física del mercado libre. Son productos sin apenas control por ninguna entidad y basados únicamente en el valor subjetivo que los que tienen les dan. Nada más. Literalmente son números en un servidor con los que puedes comprarte casas. Y claro, también tienen todo lo malo del mercado libre, y es que el minado de criptomonedas (un sistema complejo en el que a cambio de ayudar a protegerlas te dan una criptomoneda de vez en cuando) consume más energía que muchos países grandes (hace no mucho una noticia decía que consume más energía que Irlanda) y ya de paso se ha cargado mercados ligeramente asociados, como el de las tarjetas gráficas de ordenadores, que debido a la inmensa demanda por parte de estos mineros han aumentado su precio una barbaridad. Por el sueño de hacerse rico especulando con unos y ceros estamos acelerando la destrucción del planeta. Esa es la absurda verdad de nuestro mundo. Ya ni siquiera nos cargamos el planeta por algo tangible como el oro, no, lo hacemos por monedas virtuales cuyo único valor es que mucha gente admite que tienen un valor. Todo esto no es realmente nuevo, es solo que nuestro mundo actual está tan conectad y globalizado que cualquier gilipollas tiene un altavoz mucho más grande de lo que debería (no creo que si yo me pusiera a gritar esto en mitad de la plaza del pueblo me escuchase tanta gente como me han leído). Ni siquiera es la primera vez dentro del capitalismo. Puede que resuenen los nombres de J.P. Morgan, Rupert Murdoch o Warren Buffet. Estrellas del ser ricos. Adalides del capitalismo y ejemplo a seguir de muchos. Musk es lo mismo, pero peor. Peor porque tiene más armas propagandísticas y sabe usarlas muy bien y peor porque ahora más que nunca uno puede arruinarse cómodamente desde el sofá de su casa. Lo malo que tiene internet es lo bueno, que es accesible desde todas partes.

Tenemos que pasar por todo esto y avanzar a otro momento, pero necesitamos que no nos arrastre hasta un punto de no retorno (y no tiene pinta de que lo vayamos a conseguir). Aunque solo sea porque explicar que destrozamos nuestro planeta creando unos y ceros en fila para hacernos ricos es bastante lamentable. Aunque solo sea por no tener que explicar que le hicimos caso a un imbécil como Elon Musk hasta el punto de jodernos para siempre y del todo. Aunque solo sea por eso.

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