Ahora que ya han pasado unas cuantas semanas, puedo hablar de esto sin miedo a que se me escape algún spoiler por el camino, hablemos de la última temporada de Stranger Things y en concreto, hablemos de su formato.
Y es que dejando a un lado lo buena (o mala) que ha sido la última temporada de la serie, su formato ha dado que hablar. En primer lugar porque la han sacado en dos partes, la primera parte el día 27 de Mayo, compuesta de siete capítulos de una hora, que compondrían lo que es más o menos una temporada normal de una serie moderna y la segunda parte el 1 de Julio, compuesta por dos capítulos, el primero de ellos de una hora y media de duración y el segundo de dos horas y media. Y aquí es donde empiezan los problemas.
A estas alturas es casi ya algo normal que las temporadas de series de mucho interés salgan partidas en dos. Es una práctica horrible, pero una práctica a la que más o menos nos hemos acostumbrado como consumidores. Supongo que se hace para que no decaiga el interés de producciones que cuestan una barbaridad de dinero y poder exprimirlas un poco más. No es algo nuevo, de todas formas, porque si no recuerdo mal ya se hizo en el cine con las últimas partes de sagas famosas como Harry Potter, Crepúsculo y Los Juegos del Hambre.
El problema de Stranger Things viene con la duración de sus dos capítulos finales, más que del hecho de que salgan por separado. Por las redes sociales he podido ver quejas que hablan de que casi se siente como un secuestro, que cuatro horas de final de temporada divididas tan solo en dos capítulos es demasiado. Al fin y al cabo, ¿por qué no dividir los capítulos de forma que queden cuatro capítulos de una hora? Cualquiera diría que lo hacen por molestar, aunque evidentemente eso no tenga ningún sentido. Pero nos encontramos con que el final de temporada son básicamente dos películas, lo cual probablemente haga que mucha gente tenga que cambiar sus hábitos de consumo para poder disfrutarlas. Es una decisión que sin conocer el contexto de la producción parece arbitraria. Según los directores y creadores de la serie, los hermanos Duffer, esta decisión se debe a que no fueron capaces de encontrar un buen punto de corte que respetase el ritmo del capítulo y por lo tanto decidieron hacer simplemente un capítulo más largo.
Queda a criterio de cada uno decidir si ha sido o no una buena idea presentar el final de temporada con un formato tan extraño. En mi opinión, ha hecho sufrir mucho a la serie y ha convertido una temporada que había empezado de una forma magnífica en una temporada mediocre en su conjunto. Los dos últimos capítulos son demasiado largos, especialmente el último, que llega al clímax cuando queda alrededor de media hora y se dedica a intentar crear un cierre emocional que (en mi opinión) no está bien llevado. El final se alarga y se alarga introduciendo una y otra vez un elemento emocional, reencuentros, personajes cuyo destino era incierto, más reencuentros, lloros,… Al final acabas más hastiado que emocionado, aunque solo sea por la absurda cantidad de intentos lacrimógenos que te sueltan.
¿Y habría alguna forma de arreglarlo? Pues en mi opinión, la hay, y es que aunque la primera parte de esta cuarta temporada de Stranger Things es bastante buena, peca un poco de meter demasiadas tramas a la vez, moviéndote entre una y otra todo el rato sin darle apenas tiempo a respirar a ninguna. Cerrar alguna de ellas antes, aunque pudiera perjudicar un poco al clímax, habría hecho que no hubiera necesidad de un capítulo final tan largo, sobre todo en la última parte de las despedidas y reencuentros y probablemente hubiera hecho posible encontrar ese punto de corte que los hermanos Duffer dicen no haber sido capaces de encontrar.
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