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Cyberpunk 2077 y el consumidor capitalista

Estos últimos días cualquiera que haya metido siquiera un poco la cabeza en redes sociales relacionadas con videojuegos habrá oído que por fin se ha publicado un título con el que muchos llevaban años soñando: Cyberpunk 2077. El juego, por lo visto la adaptación al medio del videojuego de un juego de rol de finales del siglo pasado, llevaba anunciado años y en cada feria y evento sobre videojuegos que se organizaba alguien hablaba de él, daba un poco de información y revolucionaba el gallinero de nuevo con lo increíble que iba a ser. E increíble ha sido, aunque no por lo que la mayoría se esperaban.

El juego ha salido, ha sido literalmente el juego más vendido de salida de la historia con unas ocho millones de copias y a las pocas horas la mayoría de los que lo habían probado ya estaban quejándose de la falta de calidad, del poco pulido y de que en general es un desastre. Y por lo visto lo es. Yo no tengo acceso al juego, pero basta entrar en redes para ver literalmente cientos o miles de imágenes y vídeos del juego haciendo cosas raras, teniendo bugs, funcionando mal en general y siendo un producto mediocre. Duele especialmente ver las comparativas entre lo que en su momento se anunció y lo que se ha entregado. Pero cualquiera que haya seguido la actualidad de los videojuegos durante algún tiempo no puede decir que esté sorprendido. Esto pasa continuamente. El que probablemente sea el caso más paradigmático es el del juego No Man’s Sky, un juego de proporciones y campañas publicitarias similares a Cyberpunk que de salida no daba nada de lo que había prometido. Y hay otros ejemplos, como Fallout 76 o Assassin’s Creed Unity. La industria del videojuego miente y engaña sistemáticamente a sus clientes con los productos que va a entregar, prácticamente funciona en una obsolescencia programada cada pocos años y aun así crece y genera ingentes cantidades de dinero.
 
Crecimiento de la industria del videojuego

El mercado de los videojuegos es solo uno más de los que funciona mal, aunque quizá uno en el que sus defectos se ven especialmente bien por su rápido crecimiento desde un mercado de nicho hace unos años hasta la barbaridad del entretenimiento que es ahora mismo. Y el problema de estos mercados no es su funcionamiento, ya que funcionan perfectamente para lo que están diseñados: ganar dinero. El problema de estos mercados es que los consumidores estamos tan metidos en el modo de consumo capitalista que no podemos más que aplaudir con las orejas ante cada nueva barrabasada y olvidarnos de lo que nos han jodido ante la próxima tontería que nos pongan delante. Puedo garantizar que los muchísimos que están tirándose de los pelos porque Cyberpunk es muchísimo peor que lo que les habían prometido y que después de gastar 60 eurazos (como mínimo) sienten que les han estafado van a empezar a hablar del nuevo triple a que anuncie cualquier otra compañía la semana que viene como si fuese la obra culmen de los videojuegos. No tengo absolutamente ninguna duda de que va a ocurrir, porque nos hemos olvidado de que somos consumidores. ¿Qué significa esto último? Pues que nos creemos que para las empresas somos más relevantes de lo que somos. Y no. A ninguna empresa le importa lo más mínimo tus motivos para comprar su producto mientras se lo compres. De nuevo volviendo al tema de Cyberpunk, su empresa desarrolladora incumplió continuamente sus promesas durante el desarrollo y aun así se ha convertido en el videojuego más vendido de salida. Repito: la empresa que dijo que no iba a desarrollar con crunch (una salvajada que tiene tela) y lo hizo, la empresa que dijo que se centraba en sus clientes y se ha reído de ellos, esa misma empresa ha conseguido el lanzamiento de un videojuego más exitoso de la historia. Y volverá a pasar en unos meses o un par de años como mucho. 

Noticia original aquí

Debería llegar el momento en el que los consumidores empezásemos a pensar en empresas como lo que son: un grupo de gente que trabaja para conseguir tu dinero. Punto. No te quieren ayudar, no son desinteresadamente amables, solo quieren tu dinero, pero para eso habría que empezar a alejarse de las gilipolleces, de mirar al dedo cuando señalan a la luna. Habría que empezar a dejar de discutir si la representación en videojuegos en una conspiración masónica o no, si el modo fácil lo ponen o no lo ponen, si tal o cual decisión artística es intención del autor o no. Todo eso da igual, porque detrás de todo eso está la única y verdadera intención de cualquier desarrolladora: conseguir el máximo dinero posible. Si en lugar de hablar sobre la paja del sistema entrásemos en por qué las empresas tienen que tener ciclos de desarrollo que convierten a los productos finales en basura, por qué necesitan que sus trabajadores hagan más casi el doble de la jornada laboral normal durante periodos largos de tiempo (el crunch famoso), por qué es una industria que genera tanto dinero pero en la que la precariedad laboral es casi norma, por qué los escándalos en las empresas apenas afectan a las ventas (por ejemplo Ubisoft o Riot y su machismo sistemático) o por qué invierten más en publicidad que en desarrollo en algunos casos quizá consiguiésemos empezar a acercarnos a la verdad. 

Introducir en el producto personas famosas con buena prensa es solo una de muchas estrategias para vender

El capitalismo es muy listo y muy complejo y tiene muchas herramientas con las que trabajar. Un consumidor capitalista vive demasiado metido en el propio sistema de mercado como para darse cuenta en muchas ocasiones que te están vendiendo la moto, pero si uno intenta ir un poco más allá en algunas, empieza a ver cosas. Muchas se seguirán escapando, nadie tiene tanto tiempo ni tanta capacidad como para verlo todo, pero empezar a ver las cosas desde otra perspectiva te hace por lo menos empezar a desconfiar. Y por lo menos ya no te tiras dos años dando vueltas a lo poco que sacan de un juego una y otra vez para descubrir el día de lanzamiento que te llevas una decepción porque es una basura. No creerse nunca al que te quiere vender algo debería ser una forma normal de actuar, pero hasta entonces seguiremos teniendo Cyberpunks y quejándonos de gilipolleces.

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