Me gusta Sherlock Holmes. Me gusta bastante. Me gusta hasta el punto de haberme leído todo lo que Conan Doyle escribió sobre el personaje, más de una vez. Pero Sherlock Holmes tiene un problema. Y no sólo él, todos los cientos de personajes inspirados en él que han ido surgiendo a lo largo de estos últimos casi 150 años desde su nacimiento. Recientemente he leído las novelas de Juan Gómez Jurado , Reina Roja y su secuela Loba Negra. Sin entrar en spoilers, diré que la pareja protagonista es otra de las copias de Sherlock y Watson, a saber, el genio de la deducción con comportamientos sociales extraños, misántropo y claramente por encima del común de los mortales y el compañero fiel que se ocupa de que no le pase nada malo en el mundo que no acaba de comprender, que es de las pocas personas que le aguantan y que se dedica a sufrir porque el genio hace cosas raras sin tener en cuenta su opinión. Lo normal, vamos. Yo no veo problema alguno en utilizar y dar una vuelta al personaje,
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