Ir al contenido principal

Radicalmente intolerantes


Hace unos meses, antes de que el fin del mundo nos pillara a todos por sorpresa, las televisiones y demás medios de comunicación necesitaban el morbo y el amarillismo tanto como ahora para conseguir buenas audiencias, pero sin pandemia mundial, cifras de muertos e infectados y miedo fácilmente seccionable en fracciones de programas, tenían que fijarse en otra cosa. Y esa cosa era, en buena medida, en el islamismo radical. 

Sonará muy mezquino decir que a las televisiones y demás los atentados de Londres y Paris de hace unos años les vinieron bien, pero hay pocas dudas de ello: el morbo y el miedo venden mucho. Si el objetivo fuera la información no cuesta mucho imaginar que se pondrían de acuerdo en algún sistema que permitiera contrastar datos y acceder a ellos de forma sencilla, pero el objetivo son las audiencias, los números y, finalmente, la publicidad que son capaces de colocar. Pero bueno, que me desvío del tema. El caso es que estábamos todos acojonados perdidos con los radicales islámicos que se habían infiltrado en nuestra moderna y tolerante sociedad europea y que querían destruirla por medio de la violencia para imponer sus retrógradas ideas. Bueno, pues hoy a vuelto esto a la primera plana porque han decapitado con un cuchillo a un profesor en Paris por enseñar las famosas caricaturas de Charlie Hebdo en clase. El que lo hizo ya está muerto a tiros en mitad de la calle. 


El caso, que todavía no he empezado con lo que quería hablar, es que hay reacciones de todo tipo en redes sociales, desde todo es espectro político. Desde el matad a todos los musulmanes hasta el son solo unos pocos o son solo enfermos mentales. Incluso se ha hecho viral un tuit que dice que no justifica la decapitación, pero que son sus costumbres y hay que respetarlas (no, pero casi). Pero es que tenemos aquí un problema. Bajo la premisa de que no podemos ser intolerantes ni siquiera con los que activamente nos amenazan por motivos culturales y especialmente, religiosos, porque entonces nos convertimos en lo mismo que ellos, estamos justificando, aunque sea pasivamente, salvajadas como esta. Es un tema espinoso, porque una mala explicación o interpretación y saltamos directamente a posturas radicalmente xenófobas que vienen a ser lo mismo de lo que estamos intentando huir. 

https://twitter.com/Libarith/status/1317213926002774017

Esta es una pelea complicada, larga y en la que mucha gente se juega mucho (o nos jugamos). A un lado tenemos los radicales religiosos islámicos (o no europeos en general) y al otro tenemos a los radicales (muchas veces religiosos cristianos) europeos. Los herederos del fascismo y corrientes similares, vamos. Y en medio de esos dos grupos estamos todos los demás, que si bien es cierto que formamos una mayoría, somos sin duda silenciosos respecto a los otros. Y es que matar a gente para propagar tu mensaje da mucha más publicidad que escribirlo en un blog que leen una docena de personas. Pero no podemos engañarnos: no hacer nada respecto a ambos grupos es condenarnos a su crecimiento. Este no es un problema que podamos ignorar hasta que desaparezca, porque sus consecuencias son directas y afectan a todas las personas. La única solución es ser radicalmente intolerante. 

¿Qué? Sí, radicalmente intolerante, pero no hacia personas o características físicas, no, radicalmente intolerante a ideas y muy especialmente a su puesta en práctica. No creo que debamos censurar e intentar borrar de la historia que todo esto ocurre y ha ocurrido, no. Para enfrentarse a algo es mejor entenderlo. Pero es totalmente inaceptable que cualquier idea que atente contra una persona o un grupo en base a unas reglas impuestas por sabe dios quién se lleve a la práctica. Nunca. Jamás. Y hay que evitarlo por todos los medios, incluido el de la violencia. Ni un solo ataque, ya sea verbal, físico o propagandístico a nadie por sus características físicas. Porque no se elige ser blanco, negro, gay, lesbiana, africana, india, trans, ace, ni diez mil cosas más, pero lo que sí se elige es ser musulmán, cristiano, fascista, nazbol o, en muchos casos, simplemente ser un hijo de puta. Yo no puedo cambiar mi color de piel, pero tú sí puedes cambiar tu reacción al verlo. 

Como Indiana Jones: fórmate y lucha contra los nazis

Hay una frase que en contextos revolucionarios de rojos y similares se repite mucho: el miedo va a cambiar de bando. Vamos a dejar de tener miedo y van a empezar a tenerlo ellos (siendo ellos a quien vaya dirigido el mensaje en ese momento). Yo lo planteo como un objetivo, no como un lema. La única forma que tenemos en este mundo de que las gente pueda vivir sin miedo a ser lo que es, es haciendo que quienes agreden por ser de una determinada forma desaparezcan o al menos estén demasiado asustados para hacer nada. Ese debería ser el objetivo de cualquiera que se precie de respetar los derechos humanos, no digamos ya la dignidad humana. Y hacer algo para acercarnos a ese mundo nunca va a ser un error. Algo, lo que sea. Hay que entender que mucha gente no puede salir a la calle a parar una agresión racista, pero eso no significa que no pueda hacer nada. Hay que entender que el miedo sigue en nuestro bando y es difícil enfrentarse a él. No pasa nada, poco a poco. Cada pequeña cosa suma para lograr el objetivo. Detener una agresión por la fuerza. Apoyar a quien lo necesite. Ponerse en frente de quienes quieren agredir para hacer número y que se lo piensen. Escribir poesía y cuentos para que quienes sufren sepan que hay quien les comprende. Explicar a quien todavía no lo entiende que la diversidad es inevitable y que debemos asumirla y celebrarla. Descubrir a quien no lo sabe qué significa ser gay, ace, lesbiana, racializada o trans. Enseñar. Existir siendo orgullosamente algo que no te dejan ser. Confesar entre susurros a tu mejor amigo que eres gay. Guardar el secreto y apoyar en todo lo que se pueda. Cualquier cosa que ayude a que una persona más pueda vivir siendo quien es, un poco más libre. Y sobre todo y siempre, tener claro que no nos vale nada que no sea la completa libertad de la gente por ser quien es. Radicalmente intolerantes para construir un mundo mejor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Delibes y reirse de la muerte

Ayer fui al teatro a ver Señora de rojo sobre fondo gris . Puede sonar como una obra indie o alternativa, pero es una adaptación de la novela de Miguel Delibes del mismo nombre. Y aunque las comparaciones sean odiosas, creo que en este caso compararla con Cinco horas con Mario , que casualmente es la última obra que he visto antes que esta es ser bastante justos. Comencemos por el principio. Tanto Señora de rojo sobre fondo gris como Cinco horas con Mario están producidas por la misma compañía, Sabre Producciones y en la adaptación de su guión ha participado José Sámano, siendo también director de la primera. Además, las dos obras tienen un perfil muy similar, ya que ambas son monólogos de personajes que han perdido a su cónyuge recientemente, interpretado el protagonista y único personaje en el caso de Señora de rojo por José Sacristán y por Lola Herrera en el caso de Cinco horas . Ambos, actriz y actor, hacen un papel magnífico, siendo además los personajes del mismo escritor

Votar o no votar: ¿A quién debemos regalar nuestro voto?

¡Elecciones, elecciones! Estamos a menos de un mes de las primeras y por si eso no resultase suficientemente saturador con la precampaña, la campaña, los medios de comunicación con ello todo el día, Cataluña, Venezuela, ignorar lo que hace falta ignorar y todo eso, en Mayo tenemos una triple ración de elecciones (autonómicas, municipales y europeas). Nos esperan dos meses como para irse a vivir a una isla desierta para no votar a nadie.  Imagen sacada de El Sol Ácrata Pero vamos a lo que nos ocupa: la abstención, o mejor dicho, la abstención voluntaria. Yo soy una persona interesada en la política que ha votado siempre que ha tenido ocasión, llegando al punto de solicitar el voto por correo en las últimas generales por no poder votar físicamente el día de las elecciones. No recuerdo exactamente en cuantas elecciones he tenido derecho a voto, al menos en una europeas (en las que voté a Podemos, todos nos equivocamos cuando somos jóvenes), unas generales (las del voto por correo,

Piedras a la policía (el Orgullo vendido al capitalismo I)

El año pasado se cumplieron 50 años de Mayo del 68, el último gran movimiento social occidental (al menos del S. XX). Un año y un mes después se cumplen 50 años de otro movimiento social que sirvió para que muchos y muchas pudieran ser ellos mismos. Este año se cumplen 50 años de Stonewall. No te sorprendas si no te suena porque aquí en España al menos era algo relativamente poco conocido entre los ajenos a la comunidad LGTB, pero Stonewall fue el principio de todo. No tengo intención de sentar cátedra sobre lo que ocurrió allí, sus repercusiones o lo que llevó a ello, basta decir que fue la primera vez que las identidades LGTB se alzaron orgullosas de sí mismas para reclamar un puesto en la sociedad. Fue el origen del Orgullo. El Orgullo, esa fiesta criticada desde los sectores conservadores de la sociedad, que Vox ha querido sacar del centro de Madrid , que para los que nunca han estado y son fácilmente alarmables es básicamente una gigantesca orgía y que ha servido como pla