Hay una especie de soledad que todos hemos sentido en algún momento y es la soledad de la incomprensión. En algún momento hemos sentido que los que nos rodean son incapaces de comprender lo que de verdad estamos sintiendo, o, en la mayoría de los casos, que somos incapaces de expresarlo de forma que lleguen a entenderlo. Es normal, no aprendemos apenas formas de expresión fuera de las puramente formales que no sirven de nada en estas circunstancias y es casi una suerte increíble si tú puedes hacerlo. En esas ocasiones la mayoría daríamos la voz por poder explicar aunque fuera una sola vez y ser entendidos. Es difícil salir de la trampa de tu propia cabeza estando solo y es muy difícil encontrar a alguien que te acompañe si no puedes explicar qué te pasa. Incluso en el caso de especialistas como psicólogos o psiquiatras te quedas con la sensación de que sólo te han entendido superficialmente, en un sentido puramente clínico, sin atender a las particularidades de tu caso. Por suerte hoy
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